El proyecto del auditorio de Ravello que hoy lleva su Nombre, Oscar Niemeyer, lo entregó en el 2000, para llegar a la inauguración del 29 de enero de 2010 han hecho falta diez años caracterizados por el intenso debate entre defensores y detractores de la obra con recursos y denuncias ante la magistratura.
La obra se integra en un declive natural del litoral amalfitano, las graderías ocupadas por el público han sido creadas aprovechando la inclinación natural de la costa, mientras que el palco y el recibidor se asoman al vacío, como ha declarado el mismo Niemeyer:
«Non pensé para nada en un obra costosa que pudiera implicar movimientos de tierra no necesarios y, por tanto, tomé como punto de partida la decisión de situar el patio de butacas según la inclinación dada.»
El arquitecto diseña también la plaza oblonga que conectando el auditorio con las calles circunstantes, permite a los transeúntes tener una vista completa de la obra y gozar del estupendo panorama de la costa.
La naturaleza circunstante entra en el interior del edificio gracias a la gran cristalera de entrada y a una oportuna portilla situada a espaldas de la orquesta.
La forma cóncava del auditorio recuerda a la caja armónica de una mandolina y asegura, en las intenciones de los proyectistas, una perfecta acústica.
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