El Diseño de edificios y su repercusión Climática
Se considera como forma general de un edificio el conjunto de las características geométricas y volumétricas que puede tener y que lo definen. Se refiere por ello, tanto al tratamiento de sus volúmenes, como a sus proporciones y al aspecto exterior o fachadas de estos volúmenes de edificio.
Las características que consideramos como definidoras de la forma son:
a) La porosidad del edificio
b) La compacidad del edificio
c) La esbeltez del edificio
La compacidad de un edificio está directamente ligada a su forma. La piel, entendida aquí como contorno geométrico, afecta directamente al grado de exposición al exterior. En climas extremos, muy fríos o muy calurosos, son aconsejables los edificios compactos (factor de forma pequeño), con una exposición mínima a las bajas temperaturas en el primer caso y a la radiación solar en el segundo. Pero no hay que olvidar el efecto beneficioso que puede tener una geometría compleja de fachada (volúmenes añadidos, retranqueos, etc) en zonas con fuerte radiación, en donde la proyección de sombras entre paramentos exteriores o interiores (patios) proporcionará una disminución de la temperatura ambiental. O el efecto beneficioso que, en climas fríos, puede producir el escalonamiento de un edificio bien orientado, sobre todo si se conjuga con un semienterramiento de su fachada más fría.
Las pieles constituídas a base de la superposición de capas de materiales diferentes es una opción de gran importancia. Las peculiares características inherentes a cada una de ellas y la variedad de posibilidades de colocación, proporcionan comportamientos térmicos diversos. Además, la posibilidad de incorporar cámaras de aire intermedias facilita el control energético. Las cámaras estancas proporcionan un mayor grado de aislamiento, ya que el aire tiene una baja conductividad, mientras que si se permite su ventilación se provoca un aumento del efecto de refrigeración en verano (fachadas ventiladas).
Es decir el concepto de compacidad establece una relación entre la superficie que rodea al edificio y su volumen, o sea que se refiere al grado de concentración de las masas que lo componen.
La esbeltez da una idea de las proporciones generales de un edificio, desde el punto de vista de lo alargado que sea en sentido vertical.
La «repercusión climática en los edifcios» está determinada por el hecho de que, a más esbeltez de edificios, menos superficie de contacto con el terreno y mayor exposición climática (radiación, vientos, etc.). También se debe contar con que, a mayor altura, son mayores los problemas interiores de estratificación del aire. En general, no hay climas donde sea recomendable una esbeltez más grande.